martes, 23 de marzo de 2010

Refexión ecológica

No es extraño percibir una cierta desconexión entre nuestras conciencias y nuestros actos. A algunos, entre los que me incluyo, nos preocupa sobremanera el deterioro medioambiental, la perdida de biodiversidad, el cambio climático…etc.

Y entonces, ¿cómo es que seguimos conduciendo coches, demandando recursos naturales, energías provenientes de combustibles fósiles, alimentos no ecológicos, etc,etc.

Una respuesta posible a esta pregunta, es evitar explicarnos las cosas sólo a partir de las conciencias individuales y centrarnos en el sistema del que formamos parte, donde hace su aparición una lógica económica y social que deriva a todos los elementos de dicho sistema a extraer recursos naturales y a emitir deshechos, la mayoría de la veces, en función únicamente de esa lógica económica.

Esto lo podríamos explicar realizando un simple análisis del funcionamiento de la economía de mercado a la que las sociedades “avanzadas” se ven sometidas.

El capitalismo tiende a acelerar sin cesar sus procesos de producción en la búsqueda de rentabilidad del capital (dinero invertido en medios de producción). Para incrementar ganancias se invierte en tecnologías y se reorganiza la producción para así, asegurar una mayor productividad. Todo este proceso cuenta con el apoyo de los respectivos gobiernos en forma de subvenciones, créditos, programas de I+D…etc.

Todo este incremento del producto económico generará las “Adiciones” y “Extracciones” que se establecen entre el entorno y el sistema.

La base de este análisis es la PRODUCCIÓN, no el consumo. Nos enfrentamos así a una muy extendida lectura moral basada en la conciencia y en la voluntad de los ciudadanos como responsables últimos de la crisis ecológica. Y esto nos refleja muy claramente que si la publicidad, los productos disponibles, las políticas públicas de impulso al consumo y la creación de una “cultura de consumo” viene dadas por los productores, entonces cualquier programa medioambiental que se base únicamente en alterar el comportamiento del consumidor, tiene pocas posibilidades de alterar la expansión de la producción a largo plazo.

Es por lo tanto, que si es la producción la que lidera el entramado, entonces deberíamos esforzarnos en entender y alterar el sistema de producción y este a su vez tendría una incidencia directa en el de consumo.(schnaiberg, 1980,192).

Después de esta reflexión, no es de extrañar que tanto gobiernos, como empresarios y altos asalariados, no estén por la labor de cambiar nada, ya que si para beneficiar claramente políticas medioambientales, debemos actuar sobre el sistema de producción, evidentemente eso haría peligrar sus maravillosos estatus, en el caso de altos asalariados, adoptar estrategias políticas no muy sensacionalistas o políticamente incorrectas, en el de los gobiernos, o invertir en mejoras que impliquen una mayor sostenibilidad en la producción en el caso de los empresarios.

En definitiva, los agentes que más fácilmente pueden incentivar un cambio en “pro” de la sostenibilidad medioambiental, no están por la labor. Eso significa, que nos tocará a los de siempre seguir en la brecha denunciando y aclarando en la medida de lo posible el “porqué” de los temas medioambientales


Manuel García
Coordinador Científico
ONG Cnidaria Investigación

Bibliografía.
Medioambiente y Sociedad. Emilio Luque

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