martes, 12 de abril de 2011

La actividad humana en el mar provoca graves lesiones auditivas en sepias, calamares y pulpos.

El Laboratorio de Aplicaciones Bioacústicas (LAB) de la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC) demuestra que el sonido de baja frecuencia, producido a gran escala por las actividades humanas en alta mar, provoca un trauma acústico que se manifiesta con lesiones severas en las estructuras auditivas de los cefalópodos. Se trata del primer estudio que analiza el impacto de los sonidos antropogénicos en estos invertebrados.









Células ciliadas que presentan trauma acústico. Foto: UPC.

Desde hace años, el Laboratorio de Aplicaciones Bioacústicas, de la Escuela Politécnica Superior de Ingeniería de Vilanova i la Geltrú, ha analizado cómo la contaminación acústica de los océanos provoca cambios físicos y de comportamiento en muchas especies, especialmente delfines y ballenas, que utilizan el sonido para sus actividades diarias como cazar u orientarse.
Ahora, el LAB ha demostrado que el sonido, en este caso en baja frecuencia y a gran escala, producido por las actividades en alta mar, es también el causante del daño de otras especies marinas como sepias, calamares y pulpos. En los años 2001 y 2003, aparecieron calamares gigantes en la costa de Asturias justo después de que se dispararan tiros con cañones de aire comprimido para exploraciones geofísicas desde barcos situados en alta mar. Esto sugiere que las muertes pueden haber estado relacionadas con la excesiva exposición al sonido de estos animales.
En el estudio, el equipo de investigadores del LAB, dirigido por Michel André, expuso a 87 cefalópodos, de cuatro especies diferentes (Loligo vulgaris, Sepia officinalis, Octopus vulgaris e Illex coindeti), a sonidos de baja frecuencia, de entre 50 y 400 hertz. Como se explica en el artículo publicado en Frontiers in Ecology and the Environment,revista de la Sociedad Americana de Ecología, los animales expuestos a los sonidos presentaban un trauma acústico en forma de lesiones severas en sus estructuras auditivas.
Sonidos de baja frecuencia, un peligro para los animales
Para comprobar estos efectos, después de la exposición a los sonidos, similares a los que experimentaron los calamares gigantes en Asturias, los investigadores analizaron los estatocistos de los animales. Los estatocistos son las estructuras con forma de globo que ayudan a los invertebrados a mantener el equilibrio y la posición. Estos órganos, que están llenos de líquido, son similares a los aparatos vestibulares de los mamíferos y, como se demuestra en este estudio, son importantes en la percepción de sonidos de baja frecuencia en los cefalópodos.
Inmediatamente después de la exposición a la baja frecuencia de sonido, los investigadores del LAB se encontraron con que los cefalópodos tenían dañadas las células ciliadas de los estatocistos, que son células sensoriales del sistema auditivo de estos animales. Con el tiempo, las fibras nerviosas se inflamaban y aparecían agujeros.
Estas lesiones eran más graves a medida que pasaba el tiempo desde la exposición a los sonidos. Así pues, el daño en los cefalópodos aparecía justo después de la exposición de baja intensidad a los sonidos de baja frecuencia y todos los animales expuestos a los sonidos mostraron evidencias de trauma acústico.
Tal y como explica el investigador del EPSEVG Michel André, si la corta exposición a la cual se sometieron a los animales les ha provocado un trauma acústico severo, el impacto de la contaminación acústica de alta intensidad de forma continua puede ser considerable. De esta manera, si el estatocisto es el responsable del equilibrio y la orientación espacial de los cefalópodos, el daño provocado por el sonido en este órgano probablemente afectará a sus habilidades para cazar, evadir depredadores y incluso reproducirse. En otras palabras, como afirma André, no les permitirá sobrevivir.
Los efectos de la contaminación acústica en la vida marina varían en función de la proximidad del animal a la actividad, así como de la intensidad y la frecuencia del sonido. No obstante, con el aumento de las perforaciones submarinas, el transporte de barcos de carga, las excavaciones y otras actividades a gran escala en los océanos, cada vez es más probable que estas actividades entren en contacto con las rutas migratorias y las zonas frecuentadas por los animales marinos.
Como han demostrado estudios anteriores del grupo de investigación liderado por Michel André, la contaminación acústica en los océanos provoca un impacto relevante en los delfines y las ballenas porque utilizan la información acústica para sobrevivir. Sin embargo, este estudio es el primer análisis que demuestra el impacto severo en los invertebrados y un grupo amplio de animales marinos, de los que se desconocía su dependencia de los sonidos para vivir.
El estudio plantea cuestiones como por ejemplo si la contaminación acústica está provocando estos efectos en toda la vida animal de los océanos o qué otros efectos provoca en la vida marina, además de los daños en los sistemas de recepción auditiva.
Fuente: UPC

jueves, 7 de abril de 2011

España, tumba del tiburón

Los papeles están perfectamente repartidos. España es el letal depredador y el tiburón, la presa. La flota española caza cada año una media de 350.000 escualos (48.677 toneladas en 2007), lo que la convierte en la primera flota de Europa y la quinta de todo el mundo en número de capturas. De hecho, de cada 100 escualos que pescan las flotas europeas,43 caen en redes españolas.











España apenas consume los productos derivados del tiburón. Cinco especies: las tintoreras, los tiburones azules, los marrajos, los peces martillo y los peces zorro son los escualos más capturados por los buques palangreros españoles (usan anzuelos). Aunque España apenas consume los productos derivados del tiburón (carne, aleta y aceite de hígado), es el principal exportador europeo, y el puerto de Vigo, su punto neurálgico. Las aletas son exportadas a China y Japón, y la carne, a Europa. El aceite se utiliza en cosméticos.

En el puerto de Vigo, por ejemplo, la aleta se puede llegar a vender a unos 15 dólares el kilo. La flota española, la más poderosa de Europa, cuenta actualmente con 200 barcos, 138 de ellos faenando en el Atlántico. El resto se reparten en el Pacífico (la Polinesia) y el Índico (en las islas Seychelles).

Sin cuota de pesca
La asociación ecologista Oceana ha pedido a la UE que establezca unas cuotas de pesca de tiburones para todas las flotas europeas. "Más del40% de los tiburones y las rayas se encuentran amenazadas de extinción", explica Rebeca Greenberg, científica marina de Oceana.
En el Atlántico, por ejemplo, no hay límites. Se pueden pescar todos los tiburones que se quiera. La única normativa europea al respecto prohíbe lo que se llama 'finning', que consiste en cortar sólo las aletas y lanzar el resto del animal al mar. "Sólo existen cuotas de pesca para algunas especies de escualos de aguas profundas. Para las tintoreras y marrajos, por ejemplo, no hay límites", señala Greenberg. Pero hecha la ley, hecha la trampa. Muchos barcos españoles pescan con banderas de terceros países. Por lo tanto, no están obligados a respetar ninguna regulación de laUE aunque los buques pertenezcan a empresas españolas.
Oceana denuncia que España no está informando a la UE sobre las capturas reales de tiburones, algo que niegan desde el Gobierno, que asegura que la "flota española cumple con los criterios de sostenibilidad en la pesca de tiburones y los comercializa correctamente".
Sólo aletas para tener más espacio
Alfredo ha nacido en una familia de pescadores gallegos. Caza tiburones en Namibia dos meses al año y en el Atlántico, en Canadá, otros dos meses. Las presas, "principalmente tintoreras y marrajos". Su buque, del que prefiere no dar el nombre, tiene capacidad para 55 toneladas, pero en su último viaje sólo han hecho 25. Reconoce que, cuando la pesca es abundante, cortan las aletas y tiran el resto para tener más espacio, más volumen de capturas.
 


Fuente: Oceana.

Aumenta mancha de basura flotante en el Atlántico

Las nuevas observaciones satelitales evidencian un aumento en la ya famosa mancha de basura flotante que se extiende por miles de kilómetros cuadrados en un área remota del Océano Atlántico.

Aun con las alertas generadas en los últimos años, por ambientalistas y científicos sobre el impacto que ha significado, las toneladas flotantes de basura (fundamentalmente plásticos) que circulan en los distintos océanos, el tema se ha seguido ignorando. O es visto, como una simple curiosidad. Es evidente el poco control que han tenido los países con costas en sus distintos océanos o mares, en lo referente a la manera indiscriminada como mucha de su basura llega a sus aguas.



Hoy, la evidencia es cada vez mayor y la basura se muestra ante los satélites. Para los científicos y oceanógrafos, este fenómeno es también llamado el gran basurero de Atlántico, donde los restos flotantes son perjudiciales para los peces, los mamíferos marítimos y potencialmente los seres humanos consumidores finales de la cadena alimenticia.

 La verdadera solución parte, por despertar conciencia sobre el grave daño que produce la basura flotante a la fauna marina y al mismo hombre. Hay que profundizar la cultura del manejo prudente de los desechos, donde la clave es usar materiales biodegradables para productos desechables.


Fuente: canalazul24.com


miércoles, 6 de abril de 2011

ALTOS NIVELES DE PCBs EN LAS COSTAS DE ÁFRICA OCCIDENTAL

Un equipo internacional de científicos, con participación española, ha detectado en la costas occidentales de África niveles muy elevados de bifenilos policlorados (PCB), compuestos muy tóxicos cuya producción está prohibida en Europa y EE UU desde hace años. Las sustancias nocivas podrían proceder de vertidos ilegales de residuos o de un gigantesco cementerio de barcos en Mauritania.
“No esperábamos encontrar en una región como la costa occidental de África unos niveles tan altos de PCB, unos contaminantes altamente tóxicos y considerados como prioritarios por la normativa europea”, señala a SINC Ailette Prieto, investigadora de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) y coautora de un estudio que publica la revista Environmental Science & Technology.
Los PCB, compuestos cancerígenos según algunos estudios, se utilizaban hace años como fluidos dieléctricos en los transformadores, condensadores y refrigerantes de diversos aparatos. Sin embargo, debido a su toxicidad y persistencia, su producción se prohibió en 1979 en EE UU, y a partir de 2001 en los países que, como España, fueron firmando el Convenio de Estocolmo sobre Contaminantes Orgánicos Persistentes.
Ahora, el equipo liderado por la investigadora Rosalinda Gioia de la Universidad de Lancaster (Reino Unido), ha comprobado que en algunos países de África occidental, como Gambia o Costa de Marfil, así como a lo largo de esa costa, aparecen concentraciones altas de PCB (entre 10 y 360 picogramos/m3).



.                                     Concentraciones de PCB registradas en la costa occidental de África.

Para realizar el estudio, los científicos se embarcaron durante los últimos años en varias campañas de investigación por la región, donde tomaron muestras de aire desde el barco alemán RV Polastern. También recogieron muestras en estaciones terrestres (Gambia, Sierra Leona, Costa de Marfil y Ghana), y utilizaron modelos de dispersión de partículas para buscar los posibles focos de contaminación.
Gioia explica que los altos niveles de PCB pueden proceder de más de una fuente potencial: “El vertido ilegal de residuos que llevan estos compuestos –se pueden liberar mediante volatilización y quemas incontroladas–, así como el almacenamiento y desguace de antiguos buques”. El estudio apunta en concreto al gran cementerio de barcos de la bahía de Nuadibú (Mauritania), uno de los más grandes del mundo.
“Otra de las posibles fuentes podría ser la combustión de materia orgánica procedente de los incendios forestales de la región, pero lo hemos descartado porque en estos casos también se originan otros contaminantes (PAH o hidrocarburos policíclicos aromáticos), y apenas los hemos detectado”, añade Prieto.
Los datos del estudio se tomaron en 2007 durante la expedición científica del buque RV Polastern desde Alemania hasta Sudáfrica. Las muestras se recogieron en “esponjas” a las que se adhieren las sustancias presentes en el aire. Posteriormente, estas muestras se congelaron y examinaron en laboratorios europeos, incluido el del departamento de Química Analítica de la UPV en Bilbao. En noviembre de 2010 el equipo repitió la expedición, y en la actualidad realiza el análisis de las últimas muestras.
buque RV Polastern

Referencia bibliográfica:
Rosalinda Gioia, Sabine Eckhardt, Knut Breivik, Foday Jaward, Ailette Prieto, Luca Nizzeto y Kevin C. Jones. “Evidence for Major Emissions of PCBs in the West African Region”. Environmental Science & Technology 45 (4): 1349–1355, enero de 2011. DOI: 10.1021/es1025239.
Fuente: SINC